Saltar al contenido
Azótame la cara,
temporal de la mar vieja,
a ti me enfrento libre,
desprendido de cadenas.
Fustígame con los vientos,
no me oiréis ninguna queja;
ráfagas de lluvia oblicua,
hacia mi frente serena.
Confúndeme en los trigales
y llévame con la lluvia
a profundos manantiales.
Al resurgir de la vida
con los brotes de las yemas
volveré en una alborada
luminosa y verdecida
hecho luz en la alameda.