Al atardecer, después de regresar del trabajo, los labradores llevaban a las fraguas las rejas y los escoplos de los arados, romos y gastados de tanto roturar la tierra, para que los herreros los aguzasen. Los ponían al rojo vivo a base de soplar con el fuelle el carbón. El maestro herrero y su ayudante los moldeaban y forjaban sobre el yunque para dejarlos otra vez punzantes y afilados con el macho pilón y el martillo, dando golpes con ellos alternativa y acompasadamente. A veces eran dos los ayudantes con un macho cada uno. ¡Qué gran habilidad tenían para no estorbarse!
Era una auténtica melodía metálica, base de los cantes de fragua. Posteriormente introducían el escoplo en un bidón de agua para enfriarlo, produciéndose un chisporroteo, brusco, sonoro y humeante.
En las calles donde estaban ubicadas las fraguas siempre había maquinaria para ser reparada. Los muchachos nos montábamos en el asiento de hierro de las segadoras, simulando su conducción, y manipulábamos los pocos mandos de que disponían, pues eran aún de las tiradas por bestias.
En los peines de pinchos que cortaban los tallos de las espigas tuvimos más de uno algún que otro percance.
Cuando se empezó a usar la soldadura autógena nuestras sombras se reflejaban en la pared de enfrente de la fragua. El resplandor de relámpagos artificiales que se desprendía al soldar nos producía la ilusión de estar haciendo cine con nuestras posturas y brincos extravagantes.
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Que mágnifica descripción, me he permitido compartir el enlace en mi perfil para que dos amigos lo pudieran leer, sus padres ya fallecidos se dedicaron toda la vida a la fragua y sabía que les iba a gustar, no sólo por los recuerdos, también porque tienes la capacidad de transmitir toda la esencia de las viviencias de las personas. Gracias de nuevo por estos presentes.
Muchas gracias Nati. Esos viejos oficios artesanales que daban vida a los pueblos están casi desaparecidos. Yo conocí tres fraguas en Ahillones funcionando al mismo tiempo: la de los Fuentes, la de Pepe Mimbrero y la de Aniceto Mimbrero. Me alegro que a personas como tus amigos, que han vivido tan de cerca esta profesión, les guste el escrito.