Casi todos tenemos a algunas personas de quienes nos acordamos en estos días porque ya no están entre nosotros. Para todos va este pequeño poema.
Un año más la Navidad golpea
con los blancos nudillos del invierno
los fríos cristales del solsticio
para estar con nosotros junto al fuego
en estas fechas de bullicio y fiesta.
Pero hay momentos en la Nochebuena
que evocamos algunas ausencias,
presentes en nuestras cabezas
y que nadie comenta
por no sentar la tristeza a la mesa.
El recuerdo de los que quisimos
seguirá siendo parte nuestra,
aunque el tiempo atempere su fuerza.
Otros solsticios con los mismos ritos
evocarán también nuestra memoria
cuando con el paso de los años
estemos sepultados bajo tierra.