La radio.

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El 23 de febrero de 1981 la radio se convirtió en el cordón umbilical que nos mantuvo informados de la asonada golpista que Tejero protagonizó en el Congreso de los Diputados. Se habló entonces de la noche de los transistores y muchos descubrieron el papel  que  la voz llegada a través de las ondas puede desempeñar en ciertos momentos.

Mi generación y las anteriores lo habíamos descubierto hacía tiempo. Las noches de invierno en las que había que tener a mano las velas y los quinqués porque  la luz eléctrica dependía  de que una brisa no derribara un palo del tendido eléctrico, nos acompañaba radio Andorra con Liria y Juan Francisco, locutores que se hicieron populares entre los oyentes: “Aquí radio Andorra, emisora del Principado de Andorra. Emitimos en onda normal de…”

De la música que emitían recuerdo algunas canciones de “José Luis y su guitarra“, como  “Mariquilla”:

“Tu cara de rosa y jazmín,
han encendido de un modo mi alma
que ya he perdido la calma
y hago locuras por ti, mi bien.
Mariquilla bonita, graciosa chiquita,
tienes mi querer. Yo te doy mi vida,
mi alma y mi sangre y todito mi ser.
Y te canto bajito lo que te quiero,
cuánto te adoro, tú eres mi bien

y “Campesina”:

“Las mujeres de Colombia son más bonitas que el Sol, 
las de la ciudad dan fuego, las de la ciudad dan fuego, las del campo dan amor”. 

JLyGuitarra

También la clandestina e interferida  “Pirenaica” que oíamos cuando la puerta de casa estaba bien cerrada y con poco volumen para que no  se escuchara fuera, que no estaban tan lejanos  los tiempos de las delaciones y las inquebrantables lealtades. Así que cuando alguien llamaba a la puerta de las doce de la noche en adelante,  a esas horas siempre con malas noticias, la primera reacción  instintiva era apagar el aparato, sino se escondía también debajo de la cama.

Las tardes las dedicaban nuestras madres, abuelas, tías y parte del vecindario a la costura, si hacía buen tiempo en el patio o en el corral y si no en la sala. Entre el silencio de las puntadas y alguna lágrima emotiva  se oían las novelas. “Ama Rosa” y “El derecho de los hijos” de Guillermo Sautier Casaseca  y Rafael Barón marcaron toda una época. Todavía recuerdo algunos de  aquellos nombres de extraordinarios vocalizadores y actores radiofónicos: Matilde Conesa, Pedro Pablo Ayuso, Eduardo de la Cueva, Juana Ginzo, Matilde Vilariño, Teófilo Martínez.… Si los muchachos llegábamos a la hora que estaban escuchando la novela con entrada impetuosa y bullanguera  a pedir la jícara de chocolate  o el pan con aceite y azúcar la respuesta era un siseo  acompañado de dedos en los labios para que nos calláramos.

Alberto Oliveras con esa voz envolvente y persuasiva presentaba un programa en el que recaudaban dinero para algunos causas humanitarias. “Ustedes son formidables” se llamaba. Con motivo de las inundaciones que produjo el desbordamiento del río Tamarguillo en Sevilla (25 de noviembre de 1961) consiguieron recaudar tres millones de pesetas (de aquella época) para los damnificados.

Los niños de entonces no teníamos ni móviles, ni videoconsolas ni ordenadores. Nos criamos, en la primera infancia,  acompañados del sonido y las voces de la radio. Las imágenes  la poníamos cada uno  con nuestra imaginación vagando libre por las regiones de la fantasía.

 

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