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La palabra puede ser puñal o miel:
como arma hiere, como dulce halaga.
Puede traicionar una lealtad
o aflorar los más nobles sentimientos.
Báculo donde el amigo apoya
la fatiga, la pena o el cansancio
o la daga que corta una amistad
con traición y felonía clavada.
La palabra adecuada en su momento,
unas veces alienta y estimula
y otras sirve de bálsamo y consuelo.
La zafia, ruin y malintencionada
agravia, solivianta y escarnece
a la persona a quien se le dirige
y muestra la ruindad de quien la dice.