Los asesores de imagen son unos profesionales que ayudan a resaltar las cualidades de personas o productos para que sean aceptados por los demás. Tan bien hacen su trabajo que los personajes públicos que meten la pata hasta el corvejón o que tienen poca aceptación los contratan para que les ayuden a sacarla sin que se les quede el zapato dentro o sean, si no queridos, al menos, no odiados.
Todo consiste en hacernos percibir lo que desean que veamos y sintamos, aunque la realidad sea distinta. Un ladrón, un crápula, un inepto, un prepotente… pueden llegar a parecernos simpáticos y agradables y conseguir, con un trabajo adecuado, que cambiemos nuestra opinión sobre ellos. Esos estudiosos de las conductas de masas conocen las veleidades de las mismas y la volubilidad de sus criterios. Igual recibe con palmas que crucifica sin que medie mucho tiempo entre las dos acciones. Apariciones públicas, un arreglito de pelo, sonrisa, mirada sostenida, manos que se muevan con firmeza, vestimenta apropiada, tono de voz convincente y lo que ayer fue censura y vilipendio mañana se convierte en incienso y alabanza. Se crea un nuevo personaje o producto con materiales que a veces sólo son un adefesio. Lo que importa es la imagen que se percibe, aunque sea tratándola con Photoshop y un baño de hipocresía y medias verdades.