Si afilado de silbos viene el viento
y la escarcha recubre los tejados
con vestidos de nácar blanqueados,
a la vera del fuego toma asiento.
Sin prisas, que en invierno hay noches
para llenar las llamas de derroches
y fijar sin agobios las miradas
al compás que cavila el pensamiento.
Allí el abuelo relatando cuentos
al nieto con los ojos asombrados
y de chapetas rosas las mejillas.
Se fueron para siempre aquellos tiempos
a la candela del fogón sentados
o las charlas de noche en las camillas.
Yo sigo disfrutando de la candela, me encanta, es una de las cosas que mas me gusta de mi casa, la chimenea.
Haces bien, esas cosas no deben perderse y poderlas tener es un privilegio.
….”se fueron para siempre aquellos tiempos…”Muy hermoso poema.
Muchas gracias por tu comentario, Mary Tony.