Jubilación Manolo Rodríguez Espino.

No es por el  obligado  elogio que las despedidas conllevan por lo que quiero destacar  un don y una virtud que sobresalen en  Manolo,  sino por un acto de estricta  objetividad y  merecido reconocimiento. El don lo da la Naturaleza y ella fue generosa al concederle una  sobresaliente  inteligencia. La virtud se gana con el esfuerzo, con  el trabajo y la  nobleza.  El recuerdo agradecido de los que fueron sus alumnos es muestra evidente de su buen hacer como maestro.  Más meritorio aún es que habiendo desempeñado las funciones directivas de secretario, jefe de estudios y director durante tanto tiempo conserve el aprecio de todos los que le conocimos.  Algo tiene el agua cuando la bendicen y  la buena  madera  cuando ennoblece los salones.

Ahora el arquero ha destensado la ballesta

y la flecha que al corazón del tiempo aceleraba

ha caído rota  en la mullida floresta del descanso.

El ritmo del afán ha bajado su compás

y el tiempo se hará para ti más  placentero

aunque éste  siga  impasible sus andanzas.

El reloj señalará ortos y ocasos, no las horas.

En medio, quedan los días y las noches para  recrearlos

desde la vigía privilegiada  de la  adelantada barbacana que te ofrece la jubilación.

La atalaya  que culmina la bella fortaleza

recibirá cada mañana los primeros rayos de sol

en la despereza placentera de la madrugada.

A la tarde, el volteo de las campanas

pondrá música en  la paleta del celaje.

Melodía, sombra y luz  marcarán el ritmo de tu vida,

columpio infantil de regreso a las risas de la aurora.

Y como dispondrás de tiempo, y habilidades y destrezas  no te faltan, enriquecerás tu persona y darás a la vida de los que te rodean los frutos que el  talento y la virtud crean.

 

Tu  fecundo perfil renacentista,

demostrado en tus muchas aficiones

avalan tus probadas condiciones

que van de  carpintero a violinista,

de Gredos a Jayón de senderista,

en tu casa con Gloria de anfitriones.

Incansable viajero por naciones

al hombro tu afición de retratista.

Ahora  el tiempo te abre sus postigos

y te da, generoso, nueva vida.

Disfruta del invierno a sus abrigos

y  en esta primavera florecida

comparte  buenos ratos con amigos

en mesa de buen vino guarnecida.

Eso sí, con medida

pues lleva una excesiva bacanal

a marcar con batuta sustraída

el ritmo a la banda municipal.

 Que el tiempo te colme de lisonjas y tú lo llenes de vida.

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