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Salgo para distraerme
echando un rato de charla
con todo aquel que se tercie,
y tomar vinos o cañas.
Mas, ocurre algunas veces
que cuando regreso a casa
llevo la tensión a tope
y en la cabeza migraña.
Dios me libre del azote
de quienes solo ven claras
sus excluyentes razones,
pues con esos tarambanas,
por mucho que yo repliegue,
conversar es cosa vana.