Hipócritas e inquisidores, a los que no les importaría encender una hoguera en la plaza del pueblo para que Olvido Hormigos ardiera como una tea en ella, se manifestaron a la entrada del Ayuntamiento de Los Yébenes con gritos de puta, zorra y guarra entre otros cariñosos epítetos.
No sé si las razones son políticas, misóginas o religiosas o una mezcla de todas ellas. De todo habrá porque la fauna de torquemadas mentales en estos páramos” por donde anduvo errante la sombra de Caín” es prolífica y variada.
Sólo ha sucedido que una persona en ejercicio de su libertad ha usado su cuerpo sexualmente como le ha venido en gana.
Ni a usted, beata enlutada, portadora de consignas morales trasnochadas, ni a usted vigía de valores de castas, más atentas a los pecados de sexo que a robos e injusticias sociales, ni a usted hipócrita sepulcro blanqueado a quien los gusanos de la envidia y el odio corroen por dentro, les importa un bledo lo que cada uno haga con su cuerpo en la intimidad.
En aquel tiempo, años 76/80, Los Yébenes, partido judicial de Orgáz, era un pueblo hospitalario, recuerdo como alcaldes al director de una entidad bancaria y a mi amigo Vidal, hermano de la Use, el cual tenia una pequeña empresa de carrocerías de vehículos.Este último llego a denunciar al todopoderoso Juan Abelló, al realizar unas obras en su cortijo ubicado en los Montes de Mora, creo que gano el juicio y luego terminaron como amigos.
Por aquellos tiempos era conocida la población como “El Paraíso del Cazador”, ignoro si debido a la abundancia de astados de dos o cuatro “patas”.