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Se despluman las alas de los ángeles
sobre campos de jara.
Lento descenso a tierra
de las quimeras de niño.
Incienso, vidriera y rezos
las tardes de los oficios.
Abril.
Azucenas y lirios.
Siete puñales clavados
en el corazón de madre
y una corona de espinas
en la cabeza del hijo.
¡Oh, los predicadores!
Y el silencio.
La luz del sol tras las nubes
era corona de Dios.
Fantasías infantiles,
inocentes pecados de la infancia
en el confesionario oscuro.
¿Dónde quedó el paraíso?