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Este hospital donde el dolor habita
es un delta de brazos extendidos
que buscan el descanso
en la piel azul de los océanos.
Alargan a veces el proceso
con rodeos y vueltas de meandros,
pero, tarde o temprano,
el cuerpo, libre de dolor,
surcará las aguas tranquilas sin regreso
hacia la mar abierta del ocaso.