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La enredadera
en el rincón sombrío
de la mañana
Arde la leña
en el hondo silencio
de las miradas.
En la ribera
anudé el pañuelo
sobre tu pecho.
Yo te miraba
entre los verdes trigos
de primavera.
No te besé
aquel día de jira
y aún me pesa.
¿Por qué no dices
la verdad que atesora
tu pensamiento?
Yo sí te quiero,
te lo dije aquel día
en la ribera.
Con agua clara
y el olor del romero
el campo es nuevo.
No la despiertes
a la alondra en el campo
que el sol se encarga.
Oscurecido
tus ojos me parecen
brasa y candela.
Hoy me despido,
que me espera despierta
la madrugada.