Los límites temporales entre generaciones varían. Van de veinte a treinta años, a veces menos, dependiendo de la rapidez con que se modifican las costumbres y comportamientos.
Cambian las modas, los usos sociales y las escalas de valores. Los jóvenes son los primeros, siempre puntas de lanza, y después, aun a regañadientes, son asumidos los cambios por el resto de la sociedad. No es un proceso uniforme ni en tiempo ni en intensidad. Generalmente las zonas urbanas adelantan a las rurales.
Conductas que hoy consideramos normales, varias generaciones atrás eran escandalosas. Del noviazgo formal y casamiento como Dios manda al me voy a vivir con mi novio o novia. De aguantar carros y carretas en el matrimonio sin que saliera el humo de las desavenencias fuera al ahí te quedas y que te aguante tu madre. Del si te ha castigado el maestro te lo tendrías merecido a enfrentarse con él por posibles traumas al niño. De estudiar una minoría a hacerlo la mayor parte de los jóvenes. De viajar en autostop a recorrer el mundo en avión…
A mi generación la llaman ‘baby boom’, porque después de la segunda guerra mundial se produjo un gran crecimiento demográfico. Pertenecemos a ella los que nacimos de principios de los años cincuenta hasta finales de los sesenta. Tuvimos la suerte de empezar a vivir en un periodo de paz y de recuperación económica. De la dictadura no fuimos conscientes en la infancia, aunque en nuestro país aún quedaban rescoldos calientes de los desgarros que produjo la guerra y sus consecuencias. Tiempos de emigración, de los primeros seiscientos. La generación anterior a la nuestra, la de los nacidos entre 1930 y 1948 lo pasó mucho peor. Es conocida como la de los ‘niños de la postguerra’. Fue la menos numerosa y la más curtida en las penalidades. Cultura del esfuerzo, economía de subsistencia y aprecio de lo poco que se disponía.
A la mía le sucedió la llamada Generación X, o de la EGB. Son los que tienen actualmente entre 40 a 54 años.
La que se lleva la corona de espinas y desventuras de las más recientes es la conocida como la de los ‘mileniales’, los que tienen ahora entre 24 y 39 años. Según la agencia demoscópica 40dB son los grandes perdedores del sistema. Con una tasa de paro del 40.9%, los que han visto más reducida su jornada de trabajo a causa de la COVID, los más afectados por la pérdida de empleo y los que más han debido reducir gastos.
Una generación se apoya en lo conseguido por la anterior. Nuestros hijos se apoyan en nosotros, que procedemos de un periodo más estable económicamente. Cuando ellos tengan que ayudar a sus hijos, ¿con qué base lo harán?
Una falla social que desemboca en el desencanto y la rebeldía. Si no hay nada que perder estamos abonando el terreno para desestabilizar la convivencia.