Oí hace muchos años una anécdota, seguramente falsa, pero significativa del descontrol y manga ancha con que se elaboraban y justificaban algunos presupuestos municipales tiempo ha. Un alcalde y su secretario dudaban en qué capítulo ubicar un gasto de dos millones de pesetas de la época. El alcalde, sin complicarse mucho la vida encontró pronto la solución:
-Ponlos en tinta.
Ya no hace falta que las seseras de ciertos representantes y adláteres se devanen buscando acomodo presupuestario a partidas de difícil justificación. Hay capítulos elásticos, cajón de sastre donde pillos y vividores de laxa conciencia y escasos escrúpulos esconden o disfrazan sus juergas y hartazgos. Los gastos diversos y los de representación pueden albergar desde libaciones en whiskerías hasta comilonas pantagruélicas, pasando por fiestas nocturnas en la feria de Sevilla, o mariscadas regadas con selectos vinos de Jerez. Los beneficiarios de estos dispendios cubren su descaro y desvergüenza con la manta protectora de la indefinición contable.
Si se comete la torpeza de especificar demasiado algún gasto como de feria, por ejemplo, siempre cabe la posibilidad de diluirlo, a instancia de superior, dentro de los gastos de representación, con lo que desaparecen como por encanto cena con músicos incluidos y barra libre.