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No me despertaréis hasta que muera
y cuando esto suceda cambiaré
los sueños de almohada de crepé
por el descanso eterno de la espera.
En otra luz de celestial esfera
donde nadie conoce, dormiré
sin problemas y dudas con la fe:
el enigma será razón certera.
Sólo una pena empañará mi muerte:
este cuerpo que siempre fue conmigo
abandonado a tan ingrata suerte
después de ser confidente y amigo
entre lanzas de cipreses, inerte
pasará de la ceniza al olvido.