Envidia.

envidia

 

La envidia se  disfraza con afeites

y perfuma su hedionda fetidez

con costosos aromas  de Chanel

y  vistosos modelos de Cibeles,

pero el color cetrino de la inquina

más pronto que tarde reaparece

inundando el ambiente de toxinas.

Es tan fuerte su miasma nauseabunda

que a las más destacadas carroñeras

apesta el hedor de su inmundicia.

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