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Quien quiere descollar, por codicioso
queda en su proceder desmesurado
a los ojos ajenos retratado
y en su propio semblante ruboroso.
Si no pierde por mor del entorchado
totalmente el recato pudoroso
y se encuentra por ello más dichoso
convertido en total desvergonzado.
Las ansias de poder y encumbramiento
fuera de razonables pretensiones
conducen a vivir con fingimiento
y con tal de lograr las ambiciones,
sin advertir ningún remordimiento,
van cubriendo el camino de traiciones.