El peso del orgullo.

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Lejos de mí el  ofender

ni causarle irritación.

Sólo  por admonición

para su buen proceder

quisiera hacerle saber,

quizás con dura franqueza,

que no  lleve la cabeza

por la plaza paseada

tan erguida  y encumbrada

presumiendo de grandeza.

Es que   mire usted, señor,    

¿sabe que el interesado

es el último enterado

sobre su honra y su honor?

Antes que sufra dolor

voy a poner en su cuenta

que lo que en su testa ostenta

con posturas tan marciales

lo sufren las cervicales

debido a  la cornamenta.

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