El número trece.

 

 No sé por qué este vahído

que mi mente desvanece:

doce copas me he bebido,

y  ni un problema he tenido

hasta que probé la trece.

Me tomaré la siguiente

para espantar el mal fario

del dígito maldiciente

y evitar que así  la gente

me tilde de temerario.

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