Fotografía de Juan Sevilla
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La titular de Trabajo italiana, Elsa Fornero, se ha roto en llanto al presentar el plan de ajuste de su gobierno. Esa acción, que al menos demuestra sensibilidad social, debe causar a sus conciudadanos el mismo efecto que a los viajeros de un avión ver salir a la azafata de la cabina de mando dando gritos.
Echaremos las barbas a remojar porque aquí podemos correr parecida suerte. Teniendo en cuenta que nuestros políticos, banqueros y demás especímenes de caraduras y arrimados no van en el mismo barco que nosotros, por blindajes, cursos acelerados de cotización y sustracciones varias, será la sufrida infantería la que apechugue con los costos de esta acerba crisis.
Ese dinero invisible que se mueve diariamente de sitio con órdenes electrónicas de compra-venta nos puede arruinar aun más sin que nos enteremos de que es nuestro sudor el que se evapora vía electrónica; movimientos de capitales con sombrilla y hamacas que buscan el refugio seguro de paradisíacas playas fiscales. El otro, el del empleado, el artesano, el tendero, el pequeño empresario, el que se cuenta a final de mes euro a euro y se guarda como tesoro, apreciando lo que cuesta ganarlo, no es responsable los desaguisados económicos actuales. La España del cincel y de la maza, expresión de D. Antonio Machado, no es culpable de la impericia de los timoneles ni de la avaricia de los desalmados.