En nuestras relaciones sociales recurrimos a frases hechas, tópicos, latiguillos, que son fichas ya elaboradas por el uso común repetitivo ante situaciones similares.
Así en los pésames por fallecimientos utilizamos: “en paz descanse” o “le acompaño en su sentimiento” o “siento mucho su disgusto”, etc.
Nos evitan tener que caldearnos la cabeza pensando en ser originales cuando ya disponemos de estos comodines que nos ayudan a solventar sin más dificultades la situación.
“Salud para criarlo” les decimos a los recientes padres, que nos responden complacidos “y tú que lo veas”.
En mi pueblo cuando alguien se acercaba a la puerta de la calle con la intención de ser recibido, gritaba desde el umbral: “¿Quién vive?” La respuesta que venía de dentro no podía ser más lógica: “Quien no muere”.
Podríamos añadir muchas más en variadas situaciones que todos conocemos: “Sí quiere comer” y su réplica, “que aproveche” cuando en visita un tanto inoportuna nos hemos presentado en mitad del yantar ajeno.
Con las redes sociales –facebook- se ha generalizado el “ME GUSTA”, que se ha convertido en la muletilla digital por antonomasia. Además de significar que te guste la foto, el texto o la ocurrencia del autor, se utiliza para que quede constancia de que has visto lo expuesto, como un cumplido parecido al rutinario “buenos días”. A cada respuesta recibida en un hilo que has iniciado le añadimos como rúbrica el consabido “me gusta”, no porque necesariamente te guste la respuesta que han hecho a tu colaboración, sino como agradecimiento cortés por haber participado en él.
El verbo gustar y su familia de palabras es de las más prolíficas y utilizadas en diversos contextos sociales fuera de la red.
“El gusto es mío”, “esa chica me gusta”, “qué poco gusto tiene para vestir”, “qué gustoso está ese niño”, “¿te gusta, Pepi?”, “pues yo creo que tú le gustas a ella”, en la ya lejana pavera adolescente …. De los cincos sentidos, el del gusto ha traspasado sus predios y se ha extendido a los demás. No sólo nos gusta la comida (sabor) sino una película (vista), una canción (oído), tocar una piel ajena (tacto), el olor de una flor (olfato) y por supuesto el compendio místico y síntesis de todos: “¡Qué gusto!”
Yo le propondría a los dueños de facebook que para diluir y descargar de tanta responsabilidad a esa monocorde cantinela, añadiera otro opción para responder al “me gusta”: “EL GUSTO ES MÍO”.