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Esta noche he dormido en el monte
sin ser aquel vaquerillo
que tendió su manta en el suelo.
Como los pastores en días fríos,
busqué cobijo al sur de la ladera,
cerca de Venus,
Hacia el norte, el valle de su vientre
y el edén de su pechos más arriba.
¡Qué placenteras ondulaciones del terreno!
A su abrigo quedé en la madrugada,
amparado en el tibio calor de los deseos.
¡Genila,Juan Francisco! Dan ganas de dejarlo todo y llegar a ese estado bucólico que tan bien ebsalzas.
Gracias, M. Pura. Ese placer de dormir en el monte está al alcance de la mano.