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Continúa la fuente de Machado
sonando mientras cae
cansinamente el agua
en mármol blanco de jardín sombrío.
Los chopos polvorientos
siguen rizando el aire de la tarde
al borde del camino.
Algunos solitarios paseantes,
clavadas en el corazón espinas,
ven cómo se enturbian sus curvas
en la difusa luz de los crepúsculos.
Vuelven cigüeñas a los campanarios
con cada nueva primavera
haciendo garabatos en el aire,
y en la plazuela cantan
los niños canciones de siempre.
Cuando ignoramos a dónde llegará el camino
consuela saber que otras mentes de profundo discurrir
marcharon por el mismo recorrido,
haciéndose preguntas
que aún nadie ha respondido.
Recuerdas a Machado haciendo de Machado.
La verdad es que sí. Su influencia es evidente.