Fotografía de Manuel Rodríguez Espino.
La roca en campo abierto,
altiva, resistente, agreste y dura,
refugio de rapaces voladoras,
abrigo de ganado,
cobijo de pastores
al soplo helado del temible cierzo.
Sombra amable en el ábrego caliente
con horas de calinas cegadoras.
Aquí baten solanos,
ventiscas, turbonadas, vendavales.
Es punta de diamante al sol primero,
caricia de las brisas a la tarde
y brasa roja con el sol postrero.
Muralla donde rompen temporales
su furia en remolinos invernales.
Crece en su umbría el musgo verdinegro,
luz y sol, la solana acogedora;
por su ladera asciende la tormenta
y ensanchada y negruzca se desploma
inflamando la tarde con sus truenos.
Quiero imitar tu fuerte resistencia,
tu serena altivez sin inmutarte,
obrar con acendrada fortaleza,
actuar en cada caso en consecuencia,
y a la sabia manera del estoico
alcanzar la virtud con el esfuerzo.