Despacio, amigo.

Lento el paso,

¿para qué llegar tan pronto

de dónde no has de volver luego?

El camino es bello,

placentero a los sentidos

si reparas en pequeños destalles

que ignoramos

en cualquier otro momento:

macetas en las rejas,

el musgo verdinegro en las umbrías,

la lagartija al sol,

el vuelo del águila en el cielo,

margaritas en el  prado,

las caprichosas formas de las piedras,

el riachuelo.

Y el silencio.

¿Para qué llegar tan pronto

si la vida es el trayecto

y cuando en verdad llegas

ya estás  muerto?

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