Una persona en el campo,
sola ante los elementos
en una tarde inclemente
de violento temporal,
con una postura altiva
y la mirada clavada
en la incierta lejanía
es un desplante insolente
de valiente gallardía
en la tarde desabrida
contra la fuerza indomable
que tiene la tempestad.
Descarada altanería
que recibirá respuesta
lentamente,
con el paso de los años.
Pero ese envite al destino,
revuelto cabello al viento,
aunque vencido en el tiempo.
es un digno desafío
prestante, gallardo y bello,