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Aquí en el Faro esperando
a que acaben las mujeres
sus labores mercaderes
de tienda en tienda comprando.
Hay otros más aguardando
con caras de sufridores
al pie de los surtidores
de la fuente iluminada.
¡Ya está la espera acabada!
piensas cuando con sudores
las ves de lejos venir
hasta las cejas cargadas
con marchas aceleradas.
Te volviste a confundir
si ese fue tu discurrir
al ver de pronto su vuelta.
Se debe a dejada y suelta
de una primigenia entrega
para seguir en la brega
con disposición resuelta.