A lo lejos, la gloria de la cima.
¿Cuántos recodos quedan al sendero?
¿Cuánto peligro acecha traicionero
antes que la congoja el pecho oprima?
El justo premio a tanto esfuerzo anima,
hace nuestro penar más llevadero,
el andar, con tal fin, asaz ligero
y el ánimo exultante con la estima.
Así vamos, etapa tras etapa,
un poco más allá, como que escapa
al inmediato alcance nuestra meta
por afán de tenerla ya completa,
mas, por mucho que tarden nuestras mieles,
coronarán las testas de laureles.