Confieso que he vivido

(En recuerdo de Pablo Neruda)

La misión encomendada,

que solo era vivir,

está casi cumplida.

Espero que ese pico que me queda

sea de largo como lo tiene la cigüeña.

No me dieron cuaderno de bitácora para esta travesía,

así que obré como mis padres me enseñaron,

y un poco a mi manera,

saqué los pies fuera del tiesto.

¿Usted no ha roto nunca un plato?

Yo sí, casi una loza entera.

Me equivoqué a menudo,

otras veces, no tanto.

De nada sirve a estas alturas

decir si yo hubiera sabido…

Tampoco nos facilitaron

boleto de regreso

para volver sobre los pasos.

En la vida no hay moras verdes

que eliminen las manchas de las negras.

Eso  solo sucede

con las de la morera que está cerca del pozo.

Lo que en un momento es,

al poco ya ha cambiado.

El yerro permanece,

aunque intentes borrarlo o sobrescribas.

No nos vale el borrón y cuenta nueva.

Con errores y aciertos

forjamos el destino.

Atrás queda la estela que dejamos,

que como el humo blanco

de los aviones en el cielo,

desaparecerá

después de habernos muerto.

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