Solicito, atildados caballeros y encopetadas damas de abolengo y postín, credencial de españolidad que ustedes se arrogan el derecho de conceder. Ignoro con qué criterios, potestades o prerrogativas.
Establecidos los cánones por el excluyente y exaltado proceder de sus muy respetadas personas, tengo a bien hacer algunas pertinentes salvedades antes de su magnánima concesión, si procediera.
Quizás obste a mi osada petición tibieza de fervores patrioteros, que no patriotas, pero me siento tan español como el que más. Mi patria es la tierra en que nací y toda su gente. Es el trabajo y la dignidad de las personas. Defiendo la convivencia en paz y la igualdad de trato ante la ley. Respeto a los que discrepan de mis opiniones, pero me defiendo de quienes quieren imponerme las suyas. Valoro y apoyo la solidaridad y la justicia distributiva. Hago un sitio a la lumbre a quien se acerca aterido y comparto vino, pan y charla con quien me encuentro en la andadura. Considero que nadie es mejor ni peor por la cuna en que nació. Apoyo el espíritu de superación en el trabajo y la constancia en el estudio. Aprecio y encarezco la bata blanca y la azul, el mono y el uniforme.
Expuestas estas consideraciones, si ustedes las aceptan y lo tienen a bien, pueden extenderme el carnet, de no ser así les ruego tengan por declinada mi solicitud, pero seguiré amando de igual manera a esta hermosa tierra y respetando a todos sus ciudadanos sin importarme credo ni afiliación. Muchas gracias.