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Llegan a mis oídos
tenues voces infantiles
por los andamios del aire.
Cantos de comba y de rueda
de los niños en la calle.
Ayer fui yo quien gocé
los juegos en la plazuela.
Cuando declina la tarde
incitadoras sirenas
me reclaman con sus cantos
para emprender la partida.
Sin mástil, cuerdas ni cera
que me salven como a Ulises
su falso embrujo me lleva
derecho hacia el arrecife.