Canas.

Las pavesas de los años,

copos que el tiempo desgrana,

siembran tu pelo de canas,

lentamente y en silencio.

Un día notas las primeras hebras,

pequeñas veredas albas

entre la  espesura negra.

Montan su base en las sienes

y desde allí escalarán

sin grandes dificultades

las empinadas paredes

de tu  noble calavera.

Su peso blanco te encorva

y baja tu mirada al suelo.

¡Oh altanería vencida

por tan sigilosa albura!

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