Calderetas.

Caldero en  mitad del corro

equidistante  de todos.

Cucharada  y paso atrás.

Así comen en el campo

las sabrosas calderetas

mayorales y pastores,

gañanes, aperadores

y los amigos de siempre.

Y el vino que corra bien

por los sedientos gaznates

para allanar el camino

a la carne con picante.

Una primera oleada

y una voz que grita ¡coto!

pincha  en medio del condumio

un tenedor solitario.

Llega  el cante.

Ese fandango valiente

queda temblando en el aire

con la desgarrada voz

que nace de quien lo siente.

Son pedacitos de gloria

esos  días con amigos,

armonía y buen ambiente.

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