Los que nacimos en plena dictadura recibimos una formación escolar, media y universitaria filtrada por la ideología de quienes detentaban el poder. La historia contada por los vencedores de cualquier guerra es siempre parcial, encomiástica para los correligionarios y denigratoria para los vencidos. Una historia de buenos y malos. La que nos tocó a nosotros comprendía izadas de banderas y entonación de himnos, adoctrinamiento político y religioso, matemáticas y lengua en una simbiosis inextricable. El maestro escribía cada día en el encerado fecha, lema y consigna. En nuestros dibujos un sol siempre saliendo por montañas lejanas. Los domingos íbamos todos a misa acompañados por los maestros, que vigilaban comportamientos. Si alguno no asistía, el lunes era requerido para que justificara el motivo de la ausencia. De la enciclopedia Álvarez de la escuela, repleta de lecciones conmemorativas: el estudiante caído, día de la raza, día de la victoria, día del caudillo… a la Formación del Espíritu Nacional de los institutos. Incluso en las universidades existía una asignatura obligatoria: Formación Política. Era lo que había y a los niños y adolescentes, que no conocimos otra cosa, con estos mimbres nos conformaron.
La consecuencia fue una falta de espíritu crítico y una visión incompleta y sesgada de la realidad, que era bastante más compleja.
Cuando hice el servicio militar, un compañero de quinta más informado que yo, por propia iniciativa y por haber cursado su carrera en una ciudad con ambiente universitario más reivindicativo, me hablaba de personajes, escritores y sucesos de los que yo no había oído hablar porque no me lo habían enseñado ni había tenido la curiosidad de informarme, entre otras razones porque era difícil conseguir fuentes donde hacerlo con cierta imparcialidad.
A los pueblos del interior de Extremadura no llegaban las informaciones que por estrechas rendijas se colaban en las ciudades más cosmopolitas y sus universidades. Crecimos desinformados y uniformados por la maquinaria propagandística de la época. No nos dejaron conocer, sino lo que, filtrado por el Nodo y los partes de radio Nacional, convenía a la causa.
Para cursar la carrera de Magisterio debíamos obtener certificados de buena conducta expedidos por el alcalde y por el cura del pueblo. La buena conducta cívica suponía el acatamiento, al menos formal, del los Principios Fundamentales del Movimiento Nacional. El beneplácito del párroco conllevaba que se te viera por la iglesia al menos en domingos y fiestas de guardar. Ser de la cáscara amarga, por trascendencia familiar o comportamientos desafectos, dificultaba su obtención.
Además era obligatorio para los varones, por estar incluido en el plan de estudios de magisterio, asistir con aprovechamiento a un campamento organizado por el Frente de Juventudes. El que yo realicé comprendía quince días en Cáceres capital, colegio menor de juventudes Donoso Cortés, y otros quince en la naturaleza, en el campamento emperador Carlos, en Jerte. ¡Qué maravillosos parajes!, por cierto
Fuegos de campamento, izadas y arriadas de banderas, homenaje a los muertos, lecturas de redacciones seleccionadas, marchas, cabuyería, charlas en las sobremesas de las cenas, tablas de gimnasia, canciones: “Montañas nevadas”, “Paloma, si vas al monte…” Al final del mismo nos extendían el certificado de idoneidad.
Así fue y así lo cuento y los que vivieron estas situaciones pueden dar fe de lo que refiero.
Una respuesta a «Buena conducta.»
Parece que en el artículo habla de un pasado educativo negro en relación a como vivimos 40 años después. Solo 4 notas:
.-Dice que la formación estaba filtrada por la ideología y que nos adoctrinaban. Ahora es exactamente igual. Lo vemos diferente porque pensamos que la que manejamos actualmente es el no va más definitivo. Cada época se cree que ha descubierto la piedra filosofal. O sea, la miopía de siempre.
.-Dice que la consecuencia de la mala formación fue la falta de espíritu crítico y una visión parcial y sesgada de la realidad. Pues lo mismo que ahora. La mediocridad y la indigencia mental impera por doquier. Y con mucha osadía. Y encima nos apuntamos a las APA,s y AMA,s no para colaborar no, para decir a los profesores cómo educar a nuestros retoños. Seguro que lo ha sufrido.
.-Dice que hacía falta certificado de buena conducta del alcalde y del cura. Eso acreditaba ser políticamente correcto en esos tiempos. Ahora es directamente el pueblo el que ejerce la faena de forma brutal. Pobre del que se aparte de la ideología imperante, especialmente si pretende actuar en lo público. Y la presión va en aumento.
.-A pesar de la falta de libertad de la que se acusa al régimen, se resolvían muchas cosas en el ámbito privado. Hoy el se mete el Estado hasta debajo de la cama. Con nuestro deseo y aplauso claro. Prueba de ello es que en el Ordenamiento Jurídico de nuestra democracia encontrará Ud. 300 veces (y me quedo corto) más restricciones y prohibiciones de todo tipo que las dictadas desde los Reyes Católicos hasta el fin del régimen franquista. Cada vez tenemos menos libertad de acción y decisión pero vamos por ahí diciendo que somos muy libres. Pues vale.
En resumen, aunque Ud. no se haya formado en la “España democrática” no le pasa nada. No se ha perdido nada de interés.
Un cordial saludo y gracias por su tiempo.
Parece que en el artículo habla de un pasado educativo negro en relación a como vivimos 40 años después. Solo 4 notas:
.-Dice que la formación estaba filtrada por la ideología y que nos adoctrinaban. Ahora es exactamente igual. Lo vemos diferente porque pensamos que la que manejamos actualmente es el no va más definitivo. Cada época se cree que ha descubierto la piedra filosofal. O sea, la miopía de siempre.
.-Dice que la consecuencia de la mala formación fue la falta de espíritu crítico y una visión parcial y sesgada de la realidad. Pues lo mismo que ahora. La mediocridad y la indigencia mental impera por doquier. Y con mucha osadía. Y encima nos apuntamos a las APA,s y AMA,s no para colaborar no, para decir a los profesores cómo educar a nuestros retoños. Seguro que lo ha sufrido.
.-Dice que hacía falta certificado de buena conducta del alcalde y del cura. Eso acreditaba ser políticamente correcto en esos tiempos. Ahora es directamente el pueblo el que ejerce la faena de forma brutal. Pobre del que se aparte de la ideología imperante, especialmente si pretende actuar en lo público. Y la presión va en aumento.
.-A pesar de la falta de libertad de la que se acusa al régimen, se resolvían muchas cosas en el ámbito privado. Hoy el se mete el Estado hasta debajo de la cama. Con nuestro deseo y aplauso claro. Prueba de ello es que en el Ordenamiento Jurídico de nuestra democracia encontrará Ud. 300 veces (y me quedo corto) más restricciones y prohibiciones de todo tipo que las dictadas desde los Reyes Católicos hasta el fin del régimen franquista. Cada vez tenemos menos libertad de acción y decisión pero vamos por ahí diciendo que somos muy libres. Pues vale.
En resumen, aunque Ud. no se haya formado en la “España democrática” no le pasa nada. No se ha perdido nada de interés.
Un cordial saludo y gracias por su tiempo.