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Perdone mi indiscreción
si vuelvo atrás la cabeza
tras ese andar tan garboso
que va dejando una estela
de gloria, fragancia y arte,
señora.
¡Qué curvas tan bien mecidas
en los columpios del aire
por los goznes de su talle!
Almendra y miel en sus ojos,
sus brazos de piel morena
y sus pechos…
Debió bajarse del cielo,
luz, encanto y esplendor,
la diosa Venus al suelo.