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Las amapolas son la espuma roja
de las olas del mar de los trigales.
Los senderos, corrientes naturales
que el corazón de la dehesa aloja.
El mismo viento que en la mar arroja
bajeles al abismo en temporales
furiosamente azota matorrales
y al tronco de sus ramas lo despoja.
Islas son los pequeños pegujales,
las espigas dobladas, mar rizada
que acaricia la brisa de poniente.
Tierra y mar, tan opuestos, pero iguales
en la bella armonía no captada
que rige el universo desde siempre.