Aquellos rosarios

Ahilloneslluvia

La rutina convirtió el rezo en cantinela,

como el ruido del agua entre las piedras.

Se desgranaban los misterios

de los dolores a la gloria,

pasando por los gozos.

La tarde extendía sus sombras

con  letanías de  beatas

en repetidos soliloquios

de respuestas  decadentes.

Rumor de  solitarias almas

que no esperan respuestas de momento.

Para llevar las cuentas,

hilera  de bolitas ensartadas.

En mí quedaron las metáforas

 labradas con marfil y oro,

una estrella en la mañana y una rosa.

¿Anotaría Dios

mi número de  rezos en sus tomos? 

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