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De melocotón suave su mejilla
acoge sonrosada mi ternura
en la cálida faz de su hermosura,
mujer plena y cara de chiquilla.
Mientras la llama de sus ojos brilla
recorro con caricias la dulzura
donde la piel se vuelve comisura
y el pasto de los besos candelilla.
Nuestros cuerpos ligados al deseo
gozan de la ascensión concupiscente
al ritmo acompasado del jadeo.
Acoplados de forma complaciente
en lúbrica coyunda o himeneo
llega el cénit esplendorosamente.