Cuando se escribe una obra literaria no se expresan necesariamente los propios sentimientos en ella. Ni Shakespeare era Otelo ni Calderón Segismundo ni Machado Alvargonzález. La condición humana da para muchas creaciones en variados géneros. Las grandes pasiones- celos, odio, amor, venganza…- ya están recogidas en las obras clásicas hace más de dos mil años y se van versionando y recreando con la historia. Son distintas visiones de comportamientos parecidos con otros personajes y en distintas épocas. El que escribe participa de ellas en la medida que también es humano. Pero hay una diferencia entre observar, estudiar y expresar y asociarle al autor completamente la identidad entre lo escrito y su vida. El que lee y siente placer estético por la lectura, por ejemplo de un poema, lo transforma en algo suyo, lo recrea y le evoca sensaciones distintas a las que el autor intentó reflejar originariamente , pues cada uno tiene un bagaje de experiencias y emociones que son difícilmente transferibles.