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Sin saber por qué ha sentido
la tristeza y el vacío
de tantas cosas idas.
Ha notado las costuras
de la herida en la memoria,
la añoranza de otro tiempo más feliz,
-quizás sólo espejismos
que el tiempo endulza y lima-,
huellas en la piel del alma,
si es que existe el alma,
y el alma tiene piel.
Un gozo reprimido,
impotente, por no abarcar la vida,
pesar por las palabras nunca dichas
que debieron llegar a otros oídos,
hueras, podridas,
sin aliviar heridas
ni consolar tristezas.
Sensación de vida insuficiente,
fruta desgajada y verde,
limón que no llegó a amarillo.
Un sabor amargo
de almendras inmaduras.