El joven pastor estaba con el rebaño de ovejas una tarde de mayo entre las encinas de la dehesa.
Al mediodía empezaron a aparecer en el cielo unas nubes blancas con forma de coliflor. Fueron creciendo de volumen y ennegreciendo su aspecto con el paso de las horas. Un penacho en su cima con forma de yunque remató su formación.
Un compañero de trabajo le dijo que no se entretuviera. Ya había empezado a tronar y una cortina gris por la parte de la sierra anunciaba la lluvia próxima.
Pronto empezaron a caer gruesas gotas y los truenos rebotaban de loma en loma cada vez más cercanos al destello repentino de los relámpagos. Las ovejas llegaron solas al cortijo. Alarmados, los compañeros salieron en su búsqueda y vocearon su nombre por caminos y encinares sin obtener respuesta. Recorrieron los lugares por donde suponían que podía haberse refugiado. En una primera batida no lo localizaron. Cesó la tormenta, pero la llegada de la noche dificultó la búsqueda. Fueron al pueblo a buscar ayuda. Lo encontraron entre el pasto, fulminado por un rayo. En ese lugar una cruz con su nombre y la fecha lo recuerda desde entonces.
No es la única que hay por esta campiña en recuerdo de fallecidos en circunstancias parecidas.
Otro hecho que los mayores de mi pueblo recuerdan y refieren es el de un labriego que una tarde emprendió el camino hacia su lugar de trabajo, distante algunos kilómetros. La tarde estaba desabrida y empezó a nevar. Entre la poca luz de la tarde invernal y la intensidad de la nevada que cubrió caminos, perdió todas las referencias de orientación. Extraviado, pasó toda la noche a la intemperie y no aguantó las bajas temperaturas. Lo encontraron muerto al día siguiente.
Los dos protagonistas de estas historias no dispusieron de una información meteorológica que podría haberles evitado la muerte.
En la actualidad es admirable la calidad y grado de acierto de las previsiones del tiempo atmosférico. Fotografías desde el espacio en las que se observan la evolución de los ciclones, las borrascas y los frentes. Con días de antelación pronostican que una masa de aire frío en altura se desgajará de la circulación general y seguirá una trayectoria por otras latitudes, seguida permanentemente por los satélites. Las alertas por situaciones potencialmente peligrosas son comunicadas a los ayuntamientos a través de Protección Civil.
Avisos que van dirigidos a las autoridades para que tomen las medidas oportunas y a la ciudadanía en general para que no se exponga con acciones imprudentes o temerarias en circunstancias tan adversas.
Por eso produce enojo que haya quienes no atienden las recomendaciones y se exponen a peligros con actividades que pueden evitarse o aplazarse si no son estrictamente necesarias. Se ahorrarían zozobras o desgracias que afectan a familiares y a las arcas públicas por el despliegue de medios y gastos que los eventuales rescates ocasionan.