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Toca el alba caracolas
en el mar de la dehesa
con trinos de plata fresca
y marea de luces nuevas.
Cáliz, el monte de jara,
el sol, la vida redonda,
pan y vino derramados
por la campiña dorada.
Las hojas de las encinas
con ojeras de recencio
espabilan con la brisa
el sueño de la mañana.
Olivares y cortijos,
despiertan a la alborada
con el canto de los gallos
y el trabajo campesino.
La retama
y el viento en sus dedos verdes…,
cosquillas de amanecida
en el vientre de la aurora.
Por una senda lejana,
sombra larga, paso quedo,
un hombre va a sus tareas
a lomos de su silencio.