Mi pueblo, indeleblemente tatuado en la piel del recuerdo, donde sigue vivo en la añoranza el tiempo más hermoso. Los juegos, los amigos, las escuelas, mi primer maestro… Aquellas navidades, las matanzas, las noches de verano y el canto de los grillos… Los rincones, las solanas y las calles, el prado de la fuente y la cañada, donde apurábamos las tardes hasta el anochecido. Donde a la pata la llana cruzaba los arroyos o resbalaba en los pasiles…Las lluvias, los ejidos y las eras. Allí disfruté las primeras alegrías y sentí las primeras tristezas, los primeros gozos con mi bicicleta nueva y también las primeras decepciones, vivencias todas labradas en la piel tierna del alma cuando ésta es una vega inmaculada y labrantía, abierta a la siembra de la vida. Mi cama donde recibía las primeras claridades del día a través de la ventana y escuchaba la lluvia de la madrugada y el ruido de las canales, donde en sueños rumié amores y edifiqué quimeras y sufrí las primeras pesadillas que mi madre espantaba. Donde fui feliz a mi manera, sabiendo que mis padres esperaban siempre mi llegada. Ahí están mi patria y mis raíces y donde quiera que vaya van siempre conmigo.
Ahillones en la añoranza.´También yo la llevo en mi corazón.Justo leo tu escrito cuando pensaba pedirte que ,puesto que tan bien escribes lo hicieras sobre “mi” casa pues tengo entendido que ya la vendieron.Ya si que no me queda nada.Solo los recuerdos.
Creo que han vendido la casa, el salón, no. De todas formas siempre será el salón de Juanito para las personas que tenemos cierta edad.