Gracias a todos los que han puesto su granito de arena para que, a este paso, recuperemos las más ínclitas y enraizadas tradiciones españolas que nunca debieron perderse.
Volveremos a disfrutar de la ilusión que producía a las familias recibir aquellas cartas que llegaban por avión con rayas rojas y azules en los bordes y que traían noticias de los padres de familia desde Alemania, donde contaban qué buenas estaban las cervezas y las salchichas de allí.
Gracias por impulsar la convivencia familiar como en los tiempos en que escuchábamos radio Andorra y a Alberto Oliveras en la cadena Ser con “Ustedes son formidables” al calor de brasero de picón. Ya está bien tanto salir de casa de copas y comilonas.
Gracias también por favorecer la probable vuelta de los carburos, quinqués y velas que han propiciado desde tiempo inmemorial las conversaciones familiares en un ambiente intimista.
Por llenar las acogedoras solanas de parados con gorras viseras y manos en los bolsillos, típica estampa sureña.
Por adornar las calles de nuestros pueblos y ciudades con letreros de “Se vende” porque nos recuerda los años sesenta cuando se podían comprar casas y solares sólo con pagar la contribución atrasada que no podían saldar sus dueños.
Porque se volverá a utilizar la técnica del remiendo y el zurcido que tan bien hacían nuestras abuelas metiendo un huevo de madera dentro de los calcetines y que los jóvenes de hoy no tienen ni idea de su práctica desde que las cátedras ambulantes de la Sección Femenina dejaron de visitar nuestros pueblos.
Por reducir el número de jóvenes que puedan estudiar una carrera con beca. Los que no la consigan y puedan que se la paguen y el resto que abandone los estudios, que también hace falta mano de obra sin cualificar.
Gracias por ayudarnos a recuperar nuestras raíces y nuestra idiosincrasia, que han sido envidia y asombro de extranjeros.
2 respuestas a «Agradecimiento.»
Genial. He disfrutado como un cochino leyéndolo. No obstante espero que este panorama no dure tanto como para que me vuelva a sentir incómodamente demasiado joven, como en los primeros sesenta.
Genial. He disfrutado como un cochino leyéndolo. No obstante espero que este panorama no dure tanto como para que me vuelva a sentir incómodamente demasiado joven, como en los primeros sesenta.
Muchas gracias por tu comentario, Manolo. Sí, es mejor recordar lo pasado que volverlo a vivir, porque cualquier tiempo pasado no fue mejor.