Saltar al contenido
La luz de la campiña melifica
la pajiza dispersión de los rastrojos.
Traen bocanadas del desierto los solanos
y llenan el horizonte de espejuelos
con la blanca turbiedad de la calima.
Las gargantas resecas del barbecho
regurgitan la sed en carne viva
de la honda escasez de los veneros.
A la sombra en calma de la encina
sestea la tórtola africana,
que volará después a la rivera
donde, entre adelfas,
queda un poco de agua remansada.