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La negra mirla canta en el olivo
y en la espesa chopera el chamariz.
Huele a cantueso y a tomillo
y el agua resbala silenciosa
rozando del arroyo sus riberas.
Se cuela el sol cribado entre las hojas
que mueve un leve vientecillo
esta tarde veraniega.
Si yo pudiera
pararía el transcurso de las horas
para hacer eterno este momento
de dicha placentera
de colores, de trinos y de aromas.