La alberca.

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Quiebra lunas mi cuerpo en el cielo  azabache.
Envuelto en abrazos  acuosos me baño en la alberca cercada de tupidas madreselvas.
Una  rana sorprendida salta del nenúfar al  negro remolino del agua removida. 
Noche de junio.
Me llegan alientos de  cálida  brisa saturada de aromas de mieses y la fragancia de la huerta recién regada.
El horizonte aún tiene matices violáceos de lubricán veraniego.
Enhebra el grillo con  pespuntes negros los labios sensuales  de la noche. 

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